La naturaleza de los humedales se ve muchas veces perjudicada en pos del desarrollo (infraestructura industrial, avance de las ciudades, desmonte para la agricultura) bajo la promesa de creación de empleo, prosperidad y una mejor calidad de vida. Pero, en muchos casos, las ganancias nunca logran reemplazar lo perdido y los beneficios son opacados por las consecuencias.
Youssoupha Sane es uno de los jóvenes embajadores de humedales en busca de un camino diferente. Youssoupha es maestro de la escuela primaria de Mbam, en Senegal, una aldea tranquila en el distrito de Fatick, aguas arriba del Delta del Saloum.
A tan solo 180 kilómetros al sudeste de Dakar, el Delta –declarado patrimonio mundial de la UNESCO- es un centro de biodiversidad que abarca alrededor de 180.000 hectáreas de humedales, lagos, lagunas, marismas, costas arenosas, dunas, áreas de sabanas terrestres y bosques secos abiertos. Hogar de unas 400 especies, el Delta procura de medios de vida a millones de personas, juega un papel esencial en el control de inundaciones y en la regulación de la distribución del agua de lluvia tanto para la población local como para la vida silvestre.
Sin embargo, a lo largo de los últimos diez años, estos humedales se han visto amenazados desde diversos frentes. Muchas personas, entre ellas Youssoupha, están preocupadas por el descubrimiento de petróleo en el bloque Sangomar Deep, frente a la costa senegalesa y en la proximidades del Parque Nacional del Delta del Saloum, por los riesgos que éste puede significar para el Delta.
Al mismo tiempo, la sequía, el cambio climático y la tala desregulada de los manglares hicieron disparar la salinidad del suelo que amenaza los medios de subsistencia de miles de habitantes de la región por la posible intrusión de agua salada en los campos de arroz y las áreas de pastoreo. Una razón más para proteger los manglares, ya que estos ayudan a detener el avance de la salinización en los campos de cultivo, dice Youssoupha.
Youssoupha se convenció de la necesidad de salvaguardar los humedales luego de que un derrame local de petróleo, en 2014, tuviera graves consecuencias para la comunidad, los medios de vida y la vida silvestre. Viendo cómo las amenazas terminaban en desastrosas consecuencias para las personas y la naturaleza, se propuso concientizar a las diferentes generaciones y ayudar a fomentar el desarrollo sustentable de su comunidad.
Desde entonces, Youssoupha se ha dedicado a la enseñanza en la escuela Mbam junto con otros 12 maestros, procurando una educación amplia para sus 420 estudiantes, además de profundizar en cuestiones ambientales como la gestión de desechos y la biodiversidad. Hace varios años que la creación del bosque de la escuela ofrece un hábitat para aves, insectos y otros animales, que los estudiantes pueden estudiar de primera mano.
Pero, desde hace dos años, la salinización de los sistemas de agua genera interrupciones regulares de las clases en la escuela. La falta de suministro de agua dulce provocó la muerte de muchas plantas de banano y obligó a la escuela a cerrar su huerta. Es necesario un enfoque más sistémico, y esto implica ayudar a las comunidades locales a comprender que las acciones humanas y los desastres están conectados, y que existen formas de conservación del ecosistema que pueden ayudar a prevenirlos.
Este es el objetivo del Club del Medio Ambiente “Mbam 2” que coordina Youssoupha, y que todos los años reúne a 30 estudiantes para explorar los manglares, observar la vida silvestre y contar aves acuáticas. Al poner en práctica sus conocimientos, los niños aprenden las complejas codependencias entre el ecosistema y sus comunidades.
“Es vital preparar a los niños para un clima que podría amenazar su forma de vida”.
Es vital preparar a los niños para un clima que podría amenazar su forma de vida y brindarles las herramientas de conocimiento y acción para proteger su medio ambiente, dice Youssoupha. De esta forma, todos podrían, idealmente, acceder a su propia energía renovable y sabrían cómo mitigar los efectos del cambio ambiental natural y antropogénico.
Youssoupha espera que su entusiasmo ayude a concientizar a los padres de los niños sobre la importancia del medio ambiente, y así contribuir a que la región adopte cada vez más un enfoque en la sustentabilidad. “Está despertando en ellos la fibra ambientalista”, dice.